Friday, September 22, 2017

Estreno de La Fanciulla del West en el Palacio de Bellas Artes de México D.F.

Fotos cortesía INBA

Lázaro Azar / Periodico Reforma.com

Cd. de México (19 septiembre 2017).- Pocos compositores hay tan queridos por el público operístico como Puccini, por ello resulta inexplicable que, aun siendo uno de sus títulos menos programados, La Fanciulla del West (1910) no se hubiera presentado en México; enterarnos que en 1909 Justo Sierra vislumbró la posibilidad de que su estreno mundial ocurriera aquí con motivo de las fiestas del Centenario de la Independencia, es todavía más sorprendente. Este 17 de septiembre La Fanciulla fue estrenada en el Palacio de Bellas Artes, y José Octavio Sosa aclara en el programa de mano que el 24 de febrero de 1920, fue presentada en el desaparecido Teatro Arbeu bajo la concertación de Alfredo Padovani. Si el telón se alzó media hora tarde o si Puccini se adelantó al decir que los bad hombres que ahí aparecen son mexicanos, es lo de menos. Lo importante, es la exuberante orquestación con que esta partitura arropa un libreto de "vivo sentido teatral" y que, como señala Roger Alier, "es de las pocas en el repertorio, en las que lo que sucede en escena atrae al espectador casi por sí mismo, haciendo de la música un mero subrayado de la acción". Desgraciadamente, una cosa es lo que escribió Puccini y otra, mal resuelta y con notables desatinos, la que llega hasta nosotros firmada en su trazo escénico, escenografía e iluminación por Sergio Vela, quien correspondió a los intercambios que ha tenido con Luiz Fernando Malheiro, invitándolo como concertador. El problema, no es lo minimalista de la escenografía ni si por la pretendida corrección política de esa caricatura de partido que se hace llamar ecologista, fue que se prescindió del caballo sobre el cual galopa la protagonista para entrar a escena en el tercer acto, tal y como lo concibió Puccini. A cambio de tan emocionante golpe teatral, Vela incurrió en sus consabidas maniobras con montacargas que subían y bajaban plataformas del escenario, además de su proverbial gestualidad forzada -la "cámara lenta" del segundo plano- o de hacer descender a esa masa de amontonados gambusinos a un inesperado sótano que cómo habrían deseado mis tías beatas para esconder cristeros. Más hilarante aún resultó la alfombra voladora donde nuestra fanciulla puso a levitar a su amado y que le habrían envidiado los hermanos Almada, Juan Orol y hasta al mismísimo Ed Wood pues nos hizo pensar que Ramérrez estaba siendo abducido por un ovni. Lástima que hasta ahí llegara el intento de preservar la nada novedosa estética pseudo cinematográfica presentada en un principio y relegada después. Del vestuario adocenado y las plastas con que rudimentariamente pretendieron maquillar al elenco mejor ni hablar. Confío que serían menos peores de lo que la pésima iluminación, ¡ay, tan estrellada! permitía vislumbrar; al fin y al cabo, el coro sonó decorosamente y pese a que muchas veces tapó a los cantantes, la orquesta hizo un buen papel. Vocalmente, el elenco fue dispar: de los 17 roles secundarios, Rodrigo Urrutia (Ashby) y Enrique Ángeles (Sonora) demostraron solvencia y los demás batallaron hasta con la pronunciación. De los tres protagónicos, fue grato escuchar nuevamente a Jorge Lagunes (Jack), si bien Andeka Gorrotxautegui (Dick/Ramérrez) fue quien cosechó la única ovación unánime tras entonar Ch'ella mi creda libero e lontano. ¿Tendrán una cover para las funciones restantes, o precisarán que lo que se oirá, será La fámula del West? Porque escuchar los berridos y la pobreza de agudos con que Ángeles Blancas abordó a Minnie fue tan lamentable como desastrosos los gritos con que masacró el dueto del segundo acto. En fin, que así fue el oneroso retorno de Sergio Vela al escenario del Blanquito [Palacio de Bellas Artes], sumando otro capítulo a un nutrido historial de títulos, muchos de ellos auténticos estrenos en México, que jamás se han vuelto a reponer conforme a su propuesta. ¿Por qué será?

****Esta crítica corresponde a la función de estreno, lamentablemente el resto de las funciones de Fanciulla del West en el Palacio de Bellas Artes fueron canceladas debido al terremoto que azotó la ciudad de México el martes 19 de septiembre. 


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